Komodo Tour: un imperdible en Indonesia – Tips y datos
Komodo Tour, un imperdible en Indonesia
Mi historia, tips y datos para disfrutar la experiencia.
El viaje en barco de cuatro días y tres noches desde la isla de Lombok hasta la isla de Flores, al este de Indonesia, es uno de los más lindos que viví en todo el Sudeste Asiático. El famoso Komodo Tour te lleva a conocer al mítico dragón de Komodo, además de detenerse en puntos únicos a los que muy pocos turistas logran llegar. Acá les cuento la historia y los detalles del viaje, a ver si los animo a tomarlo también. Para mí, sin duda, es un imperdible.
** Si sólo quieres leer los consejos, porque ya estás convencido de tomar el tour, pues ve directo al final de esta entrada ** Pero si quieres leer mi historia para prepararte mejor, o sólo para copuchar, pues sigue leyendo aquí **
El inicio del viaje
El Komodo Tour comienza en la costa norte de la isla de Lombok, específicamente en el puerto de Bangsal. Si estás alojando en Kuta o estás en alguna de las islas Gili, también puedes contratar el tour pero te cobrarán un poco más por el traslado hasta el punto de inicio. En mi caso, hice el viaje la segunda semana de septiembre del 2016, había buen clima y pagué -regateando- 1.600.000 IDR, lo que vendrían siendo como 120 USD y casi 80.000 CLP. Esto incluyó el traslado desde Kuta a Bangsal, más todo el viaje con tres comidas diarias y las entradas a los parques.
En este punto te cuentan un poco los primeros detalles del viaje y te avisan que ellos sólo disponen de agua embotellada (unos 3 litros diarios por persona) así que si quieres beber algo más durante el trayecto será necesario que compres ahí mismo tus provisiones (y ellos las empacan y las llevan en un cooler gigante que dura congelado los cuatro días). Yo a estas alturas ya estaba conversando con una española, un alemán y un italiano, y sacando cuentas decidimos comprar un par de cervezas y unas bebidas, por si acaso. Además de esto, yo desde antes ya traía conmigo un paquete grande de maní con ajo y unas galletas de avena, también por si acaso.
Al subirme al barco, la primera impresión que tuve fue que era más pequeño de lo que me imaginaba. Como que el nombre de barco le quedaba un poco grande y sólo estaba alcanzando para ser un bote de mayores dimensiones. Pero bueno. Me entregué a la aventura. El grupo de pasajeros era como de veintitantas personas. Muchos españoles (con catalanes y vascos) que estaban felices de haber coincidido ahí, un grupo de 6 amigos singapurenses que me enseñaron un nuevo drinking game, como 5 o 6 europeos entre holandeses, franceses, alemanes y el italiano, y por supuesto el infaltable chileno prendido que hizo más amena mi estadía.
Acá nos dijeron que las mochilas grandes quedarían guardadas en la bodega, así que era el momento para sacar todo lo que creyéramos que necesitaríamos en los cuatro días. La situación fue un caos porque nadie sabía lo que iba a necesitar y porque nadie sabía bien a dónde estábamos yendo, si haría frío o calor, etc. Yo, por suerte, ya había leído sobre esto (en los benditos grupos de facebook) y ya estaba preparada con mi bolsito de «porsiacasos» listo y preparado.
La segunda gran impresión que tuvimos todos fue ver el lugar en donde nos tocaba dormir: en la cubierta del barco como en un segundo piso, todos juntos, sin separaciones, en unas colchonetas de dos centímetros de grosor que se movían con el vaivén del oleaje. Al principio no fue tan malo, pero más adelante nos dimos cuenta que podía ser el lugar más incómodo en el que hayamos dormido -o tratado de dormir- jamás.
Nos contaron que el primer día era de sólo navegar y que nos detendríamos una vez a bucear si la marea lo permitía (cosa que no pasó). Cerca de las dos de la tarde vimos cómo nos servían el almuerzo, una dinámica que se repetiría también para la cena, y para los siguientes almuerzos y cenas de todo el viaje: en la cubierta -en el primer piso- plantaban un mantel, platos, cubiertos, aderezos (tipo soya y salsa picante) y varias fuentes con arroz y verduras. Eso no más. Al menos las cantidades eran generosas. Sólo en una ocasión sirvieron pastas tipo noodles y en el último almuerzo agregaron huevos. Sí, el único alimento con más proteínas que comimos en los cuatro días fue un huevo por persona. Por su parte, los desayunos siempre fueron un panqueque con plátano.
Por último, un tema incómodo pero necesario de comentar: los baños. Ya se imaginarán que eran tipo asiáticos (de esos con un hoyo en el suelo) y mixtos, con un balde con agua salada a un costado para tirar agua como si estuvieras tirando la cadena. Y eso no más. Nada más. Sin lavamanos y por supuesto que sin ducha ¡Cómo me arrepiento de no haberles tomado una foto para mostrarles ahora!
Las manos tocaba lavárselas con el agua del balde, botándola al hoyo, y para lavarnos los dientes usábamos el agua embotellada y a veces teníamos que incluso escupir hacia el mar. ¿Y la ducha? Pues no nos duchamos en los cuatro días 😀 Nuestros únicos baños eran cuando saltábamos al mar.
El viaje y las paradas
No quiero dar tanto detalle del trayecto en sí mismo, porque la idea es que se asombren y disfruten las sorpresas. Pero sí les puedo adelantar sobre las detenciones obvias: los puntos de snorkeling y el Parque Nacional Komodo.
Si ya me han leído antes, sabrán que tengo un miedo estúpido a nadar. Me pongo tensa y por ende me canso más rápido de lo común. Durante el viaje estuve superando esto de a poco, porque si no me tiraba al agua me perdía gran parte de las maravillas submarinas que ofrece el Sudeste Asiático. Así que en el Komodo Tour agarré digna el chaleco salvavidas y, con ayuda de la tripulación o de los compañeros buena onda, traté de ver lo que más pude. ¿Qué vi? Bien poco, jajaja. Una tortuga marina y pecitos de colores. No me causaron tanto asombro porque ya había visto de estos en Filipinas y en la Gili Air. Lamentablemente no vi las preciadas mantarayas que otros de mis compañeros sí vieron.
Pero el highlight del viaje sin duda fueron tres detenciones en diferentes islas, donde una de ellas era el Komodo National Park. La magia de estos lugares son las vistas preciosas luego de pequeños trekkings, lo diferente de la vegetación y la magnificencia del dragón de Komodo. Y digo magnificencia sin exagerar, porque este animalito -capaz de comerte a ti, ser humano- deja a todos con la boca abierta.
La búsqueda de los dragones se hace con el grupo completo, siguiendo un camino establecido y acompañados por dos o tres guardias del parque. Cabe destacar que los animales que te vas encontrando están en completa libertad y que el parque no interfiere de ninguna forma en su cuidado y desarrollo.
El dragón de Komodo es el largarto más grande del mundo, midiendo en promedio entre dos y tres metros. Es una especie vulnerable, en peligro de extinción (en Indonesia está prohibidísimo cazarlos), nacen a través de huevos y los adultos también son caníbales (se comen a sus crías).
Como les contaba, este animalito feliz come humanos si no tiene otra cosa para comer. Su alimento principal en la isla son aves, ciervos y jabalíes. Lo que hace es atacar de improvisto, morderlos y dejarles una bacteria en la herida que al tiempo (unos tres días) lo matará. Durante todo este tiempo espera paciente el dragón, hasta que la presa cae y se vuelve a acercar para engullirla. Un dato curioso es que puede oler sangre a incluso nueve kilómetros de distancia, con su lengua y un viento favorable.
Para nosotros, los viajeros que estábamos ahí, ver a estos lagartos gigantes en su ambiente natural fue una experiencia inolvidable. Con curiosidad y miedo tratábamos de acercarnos para tomar la mejor foto. Cuando un dragón daba un paso nosotros retrocedíamos dos. Había que moverse lento para que no se sintieran atacados. De verdad que cuando estuvimos ahí, cerca de ellos, todo el viaje de cuatro días y todas las incomodidades valieron la pena.
Consejos útiles
Acá les dejo una listita de cosas que deben preparar o saber antes de tomar la decisión de viajar en este barco por cuatro días. Espero que les sirva:
- Yo fui con la compañía Wanua Adventures, que varios viajeros recomendaron en los grupos de facebook. Y sí, yo también la recomiendo. Sobre todo por lo amable de los chicos de la tripulación. Pero hay otras compañías que ofrecen el mismo tour. Dicen que algunas son más caras porque tienen más comodidades. Toca averiguar bien.
- Lleven comida extra tipo galletas o papas fritas o chocolates. No es que vayan a pasar hambre, pero a ratos es necesario darse un gustito. Y al momento de comprar los bebestibles, ve qué tan seguro es que te prendas y quieras tomarte una cerveza. La última noche al parecer siempre hay fiesta (hasta con luces).
- Si normalmente se marean en los botes/barcos este no es un tour recomendable a no ser que vayan bien medicados y dispuestos a sentirse mal. Yo no suelo tener estos problemas y hubo una mañana que desperté MAL. De todas formas, los chicos de la tripulación siempre tienen pastillas para el mareo que te pueden convidar.
- Si son exquisitos con los temas del baño, tampoco tomen el tour. Ya expliqué arriba que NO te puedes duchar, NO HAY lavamanos y el baño es estilo asiático y mixto.
- Preparen la noche anterior el bolsito que dejarán con ustedes al subirse al barco. Así no estarán apurados sacando cosas sin saber al momento de abordar. Lleven sandalias y zapatillas para los trekkings y algo para taparse en la noche. Con dos trajes de baño basta y ropa cómoda. A nadie le va a importar si usaste la misma polera los cuatro días. Y no olvides el bloqueador solar y alcohol gel por si acaso.
- El viaje dura cuatro días y tres noches (al menos con Wanua Adventures es así) pero te lo venden como si fueran cuatro, ya que si quieres puedes dormir en el barco una noche más mientras este está estacionado en el puerto de Labuanbajo, que es la ciudad/pueblo a la que llegas en la isla de Flores.
- Te toca pensar también en cómo vas a volver a Bali o a donde vayas. Ten ojo que este es un viaje de solo ida. Si quieres volver en el mismo barco creo que te cobran unos 500.000 IDR y son tres días. Lo mejor, opino yo, es volver en avión. Si compras el pasaje con anticipación puede costarte unos 700.000 IDR. Ahí tienes que ver si quieres quedarte recorriendo Flores (que dicen que es preciosa) o no.
¿Los convencí? Al final, la clave para disfrutar el Komodo Tour está en cuán dispuesto estás de dejar las comodidades de lado, de entregarte a la experiencia sin chistar, y de valorar lo que Indonesia tiene para entregarte: sus paisajes increíbles y su gente amable.
Cuénteme si ya lo hicieron y qué opinan. Espero sus comentarios. Y si tienen más preguntas, no duden en escribirme.
¡Saludos, viajantes!