Y no agarré la Visa!

¡Estaba decidida al fin! Yo, que me cuesta tanto tomar decisiones, estaba decidida: la mejor forma de comenzar el viaje sería con la Working Holiday Visa en la maravillosa Nueva Zelanda.
Llegué a ella como he llegando a todo últimamente: surfeando por internet. No me acuerdo específicamente qué leí primero, pero mis grandes mentores con esto fueron www.workingholiday.cl y los post súperdúper informativos de Dani y Juan de http://marcandoelpolo.com

Me interioricé con las visas de «vacaciones trabajando» que tienen ciertos países en convenio con Chile (Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca y Nueva Zelanda) y comencé a sacar cuentas, revisar fechas, requisitos, hasta que determiné que mi mejor opción era irme al país de los kiwis. ¡Sí! ¡Ahí comenzaría mi aventura!
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En pocas palabras, las WH son visas que se entregan a jóvenes (entre 18 y 30-35 años) para vivir y trabajar en estos países por un período máximo de un año, con la posibilidad de entrar y salir del país las veces que quieran. Claro, cada país tiene sus requisitos y limitantes, además de entregar un número acotado de vacantes anuales. Acá les comparto específicamente los de Nueva Zelanda para chilenos, ya que me los aprendí de memoria con mi intención fallida de postular:

– Pasaporte válido hasta tres meses después de tu fecha de salida. Como la idea es quedarse un año, te aseguras si tu pasaporte es válido por los próximos 15 meses.
– Tener entre 18 y 35 años al momento de postular.
– No entrar al país con hijos.
– Tener contratado un seguro médico que cubra tu estadía completa.
– Demostrar que cuentas con mínimo NZ$ 4200 (o su equivalente en USD o CLP) para tus «gastos personales» al momento de entrar. No es necesario tenerlos en efectivo o en una cuenta a tu nombre. Lo importante es demostrar que puedes acceder a ellos.
– Al momento de entrar al país, contar con un pasaje de salida o, en su defecto, demostrar que tienes los fondos para comprar aquel pasaje.
– Cumplir con los requisitos de conducta. Aquí no hay problemas si tu hoja de antecedentes no está manchada.
– Cumplir con los requisitos de salud. Esto tiene relación con los países con riesgo de tener tuberculosis. Chile es considerado de bajo riesgo por lo que no hay mayores problemas, a no ser que hayas viajado mucho antes y hayas completado 3 meses o más en países que sí tienen el riesgo.
– No haber ido a NZ con esta visa anteriormente.
– Por último, tu primera intención para entrar a NZ debe ser viajar, y como segunda intención trabajar. Esto sólo cuenta para el papel o si te preguntan, claramente.

Como ven, no es nada del otro mundo. Aparte de verificar que cumples con esos requisitos, tienes que contar con una tarjeta de crédito para pagar el costo de la visa misma en el momento de postular… y listo. Sin embargo, hay una trampa escondida: la postulación se hace  cierto día a cierta hora y a través de internet. ¿Qué pasa entonces? Al ser vacantes limitadas (para chilenos son 1000) todos los miles de interesados entran al mismo momento, el sistema colapsa, y sólo los más pacientes, preparados y con buenísima conexión a internet logran finalizar el proceso antes de que la página te tire el mensaje de que ya se agotaron los cupos. Es TERRIBLEMENTE desalentador.

Como supondrán, a mí me pasó eso, junto a centenares de personas más. ¡Quéeeeee sensación más triste!
Tenía todo preparado: había sacado el pasaporte un mes antes del día de postulación, había escrito las respuestas que debían ir en el formulario en un word y a mano dos veces, me sabía todos los pasos, avisé en la oficina que a esa hora nadie me podía molestar (y me encerré), llevé conmigo la bandera de Brasil que me regalaron en mi intercambio como amuleto de buena suerte y hasta me encomendé a las energías de Goku. Aún así, sólo alcancé a ingresar mi usuario en el formulario y la página se quedó pegada eternamente. Con el pasar de los minutos, y horas, leía en los foros que se habían formado en facebook cómo otros seres estaban en mi misma situación y cómo algunos sí lo iban logrando.

El mensaje de la perdición: se acabaron los cupos.

El mensaje de la perdición: se acabaron los cupos.

Admito que grité, golpeé la mesa, me descargué con Mauri -amigo y compañero de trabajo al que tuve que llamar para que me apoyara cuando ya sabía que no lo lograría- y lloré como una niña. No recuerdo una situación más frustrante y un sentimiento más desalentador. Me fui a la casa luego de más de dos horas intentándolo. Llegué y seguí. Y seguí por días y semanas. Pero nada.

Después de sufrir -en serio sufrí- durante semanas por este fracaso, de a poco empecé a asumirlo y me resigné a buscar otras opciones. Ahora quizás parto a Australia también con la WHV. Si no, creo que tomaré una pasantía de AIESEC. Pero no sé, eso está por verse. Cuando tome la decisión de seguro podrán leer un post sobre aquello.

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Viajando Lento por Nicole Etchart Opitz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.