Anécdotas de Viaje: Cuatro Meses

Anécdotas de Cuatro Meses de Viaje

Ya les conté las anécdotas de viaje en mis dos primeros meses, y ahora les comparto mis anécdotas para cuatro meses de viaje por el Sudeste Asiático.

Llevo un poco más de cuatro meses de viaje, y empiezo la cuenta regresiva para volver a casa. Y con tanto tiempo, lo menos que he hecho es acostumbrarme. Todo me sigue pareciendo nuevo e interesante. Es verdad que hay ciertas cosas que ya empiezan a ser normales: otro templo que visitar, otro tuk tuk al que te subes, el padthai número cien… pero aún así me seguirán pasando situaciones que sólo te suceden cuando viajas, y que son dignas de relatar.

Anécdotas de viaje cuatro meses

La intensidad y el dramatismo asiático simbolizados en la Torre del Reloj de Chiang Rai, Tailandia

Sobreviviendo en Asia.

Estuve paseando por 4 países una botella de gatorade que la rellenaba con agua. Sobrevivió aeropuertos y fronteras en Filipinas, Singapur, Malasia y Tailandia. Sin embargo, pasando el control del aeropuerto de Phuket, destino a Bangkok, al fin me la quitaron. Me gustaba porque era de esas botellas de plástico duro. Pero bueno, sabía que este momento llegaría. Apenas tenga la oportunidad me compro otra igual, a ver cuánto dura esta, y les cuento en el próximo post de anécdotas de viaje, jaja.

En el mismo control me quitaron una botella de té verde, otra de leche fresca y un yoghurt. Jajajajaja, es que conté mal los días y pensé que alcanzaría a tomarme todo eso antes de partir, pero me llegó la hora y en vez de dejar todo en el hostal se me ocurrió la estúpida idea de que quizás me dejaban volar con eso. Total, sólo era un vuelo doméstico. Lo triste es que a menos de 100 metros del control había un montón de tiendas donde podía comprar lo mismo. Me carga que hagan eso.

Anécdotas de viaje cuatro meses

Volando en Thai Lion Air. El nombre suena peor de lo que es

La pasta de dientes que me compré en Filipinas me duró exactamente 98 días. Ya me compré una nueva, pero me va a durar menos porque es más chiquitita. Especial para aviones, así no me lesean por los 100 ml.

¿Y se acuerdan de los cepillos de dientes que les conté en el post de las anécdotas de viaje de dos meses? Bueno, el que estaba usando (que me dieron en el avión) finalmente se me rompió. Así que ahora uso uno de los que me traje desde Chile.

Anecdotas de viaje cuatro meses

Al fin envié la caja a Chile con las cosas que me sobraban en la mochila. Espero no arrepentirme después cuando vaya a necesitar un vestido u otros pantalones, jaja. Además metí un montón de souvenirs que compré en Bangkok. Es que Bangkok es el lugar perfecto para comprar regalos. No porque sean taaaan baratos, sino porque son lindos, y Tailandia es un buen país para decir «mira, esta polera me la trajo la Nico de Tailandia». La caja en total pesó 7 kilos y llegará a Chile en tres meses, por barco. Fui tan feliz de sacarme 7 kilos de encima (literalmente).

Estoy gratamente sorprendida con las carreteras en estos lugares. Después de Filipinas, donde es terrible viajar en bus, porque es muy lento, las carreteras están malas y los choferes son unos locos, Malasia y Tailandia me han devuelto la fe de que no moriré en la ruta. Son expeditas y full señalizadas. Me dan confianza.

Anécdotas de viaje cuatro meses

Mirador en la mitad de la carretera que une a Pai con Mae Hong Son, en Tailandia

Comida.

No es que las comidas sean anécdotas de viaje en sí, pero es un tema que me importa, y mucho.

La comida de Singapur, Malasia y Tailandia es tan diferente a la de Filipinas. Y tan rica. Yo no sé cómo sobreviví dos meses ahí comiendo tanta tontera. Creo que lo que más salvaba era la comida china de los locales de comida rápida.
En cambio en Tailandia, por ejemplo, la comida de la calle es maravillosa: las sopitas y los Pad Thai callejeros son de otro mundo. Y en Malasia probé los mejores noodles de la historia. Y en Singapur el mejor arroz con pato. Pero en Filipinas nada.
Aun así, sigo prefiriendo la comida de mi mamá.

Me he aprendido casi todos los sandwich que venden en el 7 Eleven. Ya sé cuáles son los más ricos, los más grandes, los que se pueden comer helados, etc. Son una salvación para los desayunos apurados. O para las tardes de antojo cuando necesitas con urgencia comida western que no te cueste un ojo de la cara.

A pesar de que estoy con síndrome de abstinencia por la falta de palta, no me he atrevido a probar los shakes de palta que venden en los carritos de jugo. Es una opción tentadora, pero no quiero arriesgarme a que no me guste.

Anécdotas de viaje cuatro meses

El helado de Coco es maravilloso

La Vida en Tailandia.

Siempre dije que podía dormir en cualquier parte, y es verdad. Soy la mejor dormilona de todas. Puedo dormir hasta en la micro, de pie, y a cualquier hora del día, con frío o calor. Pero en este viaje desbloqueé un nivel impensado, y al que pocos tienen acceso: he logrado dormir siete horas seguidas en un Kuti de un monasterio budista. Para que se hagan una idea, te dan una colchoneta de un centímetro de grosor, que la plantas en el mismísimo suelo de una cabañita de madera. Por si esto fuera poco, afuera tienes un bosque tailandés inmenso, con todos los ruidos e insectos que eso implica, y en tu cabañita de madera no hay mosquitero. Y yo ahí, he dormido 7 horas seguidas, sin parar. Me siento orgullosa de mi don dormilón.

Anécdotas de viaje cuatro meses

Mi cama en mi Kuti (cabaña)

Hay un animal que por las noches hace un ruido como si fuera una vaca. Pero al parecer es chico, como un insecto. Lo he escuchado en lugares que tienen lagunas o fuentes de agua o harta vegetación. Es muy divertido y me tiene intrigadísima. ¿Alguien sabe qué es? Ayúdenme y en el próximo post de anécdotas de viaje les cuento a todos.

Cuando llegué a Tailandia tenía la esperanza de poder interactuar con elefantes. Quería encontrar un refugio o santuario donde los cuidaran, y que la plata que pagabas para entrar la usaran para su mantenimiento. Un lugar donde no los monten y no los maltranten. Sin embargo, el único que encontré (el Elephant Nature Park en Chiang Mai) cuesta un ojo de la cara y tenías que agendar con anticipación. Así que desistí. Los únicos elefantes que he tocado hasta ahora, son de mentira.

Anécdotas de viaje cuatro meses

Elefantes de mentiritas en el mercado flotante de Phuket

Bueno, creo que lo más difícil para mí ha sido el tema de la comida. Una de las cosas que más me entusiasman de volver a Chile (a parte de estar con mi familia) es volver a comerme un as italiano, una empanada, un choripán con pebre, un pastel de choclo, una piscola, un buen borgoña, las lasagnas y el arroz árabe de mi mamá. El queso y la palta. Ufff…

Acuérdense que pueden revisar mis anécdotas de viaje de los dos primeros meses aquí.

¿Qué les parece? ¿Les ha pasado algo similar? ¿Qué extrañan de su país cuando están afuera? Espero sus comentarios más abajo. Saludos a todos.

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Viajando Lento por Nicole Etchart Opitz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.